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JOSÉ RAFAEL IIERRERA
Con iMarx, puede decirse, que la argumentación hegeliana cobra un
sentido todavìa mas radicai y, precisamente por elio, es llevado hasta sus
ultimas consecuencias: no basta, corno sostiene Hegel, con legitimar la
presencia de la sociedad civil en el interior del Estado, a objeto de que
la sociedad naturai sea historizada y elevada a la condición de la etici-
dad, entendiendo ésta ùltima corno el reconocimiento reciproco nece-
sario que se produce entre los intereses particulares y el bien comun. Mas
bien, se trata de que el Estado - por lo menos, hasta la sociedad moder
na - ha devenido la institucionalización de la sociedad civil, la violencia
legitimada y organizada, la conservación, prolongación y estabilización
de su caràcter naturai e irracional: la objetivación de la guerra de todos
contra todos. En sintesis, no se trata de la superación que conserva a la
sociedad civil, sino del reflejo, la potenciación y la reproducción de sus
intereses particulares. De modo que, para Marx, el Estado no represen
ta la superación de la sociedad civil sino que, en todo caso, representa
su mera
conservación.
No debe olvidarse el hecho de que, segun su propio testimonio, Marx
llegó a la conclusión de que «tanto las relaciones juridicas cuanto las for
mas del Estado no pueden ser comprendidas ni por si mismas ni por la
asi llamada evolución del espiritu humano, sino que tienen su raiz, mas
bien, en las relaciones materiales de existencia, cuyo compendio viene a
ser retomado por Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses
del siglo XVIII, bajo el nombre de ‘sociedad civil’; y que la anatomia de
la sociedad civil ha de buscarse en la
economia politica»2.
En todo caso, mas alla de la relación entre Hegel y Marx en torno a
la idea de la sociedad civil, tema y problema sobre el cual tanto se ha di-
cho y escrito, conviene senalar el hecho de que los estudios efectuados
por Hegel y por Marx acerca de la sociedad civil tienen en Vico a su mas
sòlido antecesor especulativo, esto es, al primero y acaso al mas originai
de todos, sus exponentes5. En efecto, corno ha senalado Giovanni Gen
tile, la filosofia de Vico
2
K.
M
arx
,
Contribución a la critica de la economia politica,
«Prefacio», Cordoba, 1978,
p. 76.
5
A los efectos del presente estudio, poco importa si Hegel conociera o no la obra o el
pensamiento de Vico y en lo particular su concepción de la formación de la sociedad civil. Im
porta acà el sentido y direccionalidad de los argumentos expuestos por el uno y por el otro
freme a las abstracciones que caracterizan a las obras de sus respectivos interlocutores. De
hecho, y respetando las determinaciones históricas especificas de cada autor, la posición asu-
mida por Vico frente a la obra de los pensadores de su època,
en sustancia,
coincide con las
posiciones asumidas por Hegel respecto de la obra de los pensadores de la suya. Se trata de
la critica de las abstracciones o de la negación determinada de las formas propias del enten-
dimiento reflexivo, no sólo en lo que se refiere al àmbito Iógico-teorético, sino también al àm-