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JOSÉ RAFAEL HERRERA
flexión, la justificación de la necesaria y efectiva creación de la sociedad
civil históricamente surgida, que en sus manos adquiere luminosas to-
nalidades universalizadas, las cuales pretenden encandilar a fin de ocul-
tar su marcada ausencia de sentido y significado históricos, establecien-
do el abstracto ideal de una
naturaleza humana
fuera de la historicidad
viviente. Sólo mediante la organización politica de la sociedad, corno re-
sultado de la necesidad y de las circunstancias, el individuo se hace ca-
paz de transitar desde la indefinición salvaje hasta la feliz infinitud del
espiritu:
rebus ipsis dictandibus, regna condita43.
El problema que se plantea Vico, en relación con la sociedad civil,
consiste en descubrir el modo corno la
humanidad gentil
haya podido al-
canzar su realización, partiendo de la reconstrucción de aquella
larga y
densa noche de tinieblas
en la que, apenas,
una tenue luz
le iba indican
do el camino que sustenta la idea principal de la
Nueva ciencia
:
que el
mundo de las naciones gentiles ha sido, ciertamente, hecho por los hom
bres,
a pesar de la ignorancia y de la ferocidad inherentes a sus inicios,
o, mas bien, en virtud de esa ignorancia y de esa ferocidad. La
imagina
tio
ha permitido a los hombres conquistar el concepto ontològico de uni-
versalidad contenido en la idea de justicia y de libertad que el Estado,
èticamente comprendido, tiene la obligación de concretar.
Vico se propone, en suma, comprender cómo la tosca y violenta sen-
sibilidad no puede ser concebida con independencia de la vida ètica,
ni fuera de su conformación social e histórica. Para Vico, corno dice
Croce,
la politica, la fuerza, la energia creadora de los Estados son un momen
to del espiritu humano y de la vida de las sociedades, un momento eterno,
el momento de lo 'cierto', perpetuamente seguido, mediante un desarrollo
dialéctico, por el momento de la 'verdad', de la razón manifiesta, de la ju
sticia y la moral, o sea de la eticidad.
Se trata, corno sostiene Croce, de la concreción de la figura maquia-
vélica del centauro, con la que el secretario fiorentino, en
El Principe,
ha-
bia definido las virtudes de los buenos gobernantes. Pero, en Vico,
la que pareria parte bestiai en el hombre se revela también humana, for
ma primera de la voluntad y la acción, premisa de toda otra. Sin pasión, sin
fuerza, sin autoridad, no puede surgirla humanidad; losmejores son los fuer-
43 «El reino se fundó debido a las circunstancias y a las necesidades»
(Cn44,
voi. II, p. 41).