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JOSÉ RAFAEL HERRERA
prensión que ni el àlgebra, ni la aritmetica, ni la geometria le pueden
brindar:
La naturaleza de los pueblos primero es ruda, después severa, luego be­
nigna, mas tarde delicada y, finalmente, disoluta 48.
Se trata de la primera exposición, de la que se tenga noticia, de lo que,
mas tarde, Hegel denominarà corno la
ciencia de la experienda de la con­
cienda
y Marx corno
la lucha de clases.
En la
Ontologia del ser social,
Lukàcs le recuerda al lector que la cri­
tica ontològica desarrollada por Marx «no nació de golpe, como Palas
Atenea de la cabeza de Zeus». Se trata, mas bien, de un proceso en el
que «comienza a devenir consciente el reconocimiento de la existencia
primaria de las grandes complejidades del ser».
Escritos corno los de Aristoteles, sobre todo, la
Etica a Nicómaco
, y los
primeros grandes intentos cientfficos del Renacimiento, que tratan de en-
tender omnilateralmente corno ser al ser social, y de extirpar los principios
sistemàticos que frenaban està interpretación, corno es el caso de Maquia-
velo, y los esfuerzos de Vico por aprehender en términos ontológicos la hi­
storicidad del mundo social49.
Tal vez, pudiera afirmarse, invirtiendo por una vez los espejos lukac-
sianos, que la
Scienza nuova,
mas que contener algunos elementos que
anteceden las ideas fundamentales de Hegel o de Marx con relación al
tema de la sociedad civil - eso sì: leida con criterio amplio y poco es-
quemàtico - , permita, retrospectivamente, llevar adelante una cabal
comprensión de textos que, corno la
Filosofia del Derecho
de 1820 o la
Kritik
de 1859, pudieran, en un caso o en el otro, tender a privilegiar -
cuestiones de
Bildung -
uno de los dos aspectos que conforman
el con-
tenido ètico del Estado,
si por Estado se comprende
el momento de equi­
librio existente entre la sociedad politica y la sociedad civil.
Si Vico ha ha-
blado de los
spinocistas de la antigùedad,
no existen razones para no po-
der hablar de un - eventual - hegelo-marxista en el siglo XVIII, corno
de alguna manera Giorgio Tagliacozzo ha querido sugerir y ha, efectiva-
mente, compilado50.
En todo caso, la sentencia viquiana parece seguir en pie:
la sociedad
civil ha sido creada por los hombres, y sus principios, por lo tanto, han de
encontrarse en las modificaciones de nuestra propia mente humana.
48 Ivi, § 242.
49
G .
L u k à c s,
Ontologia dell'essere sodale,
tr. it. Roma, 1976, p. 277.
50 Cfr.:
Vico
y
Marx
, cit. La compilación de estos ensayos està a cargo de
G .
Tagliacozzo.
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